domingo, 20 de abril de 2014 1 comentarios

Wewelsburg-Nicolas Wilcox-Lanza Sagrada.



El Graf und Stift, modelo 1934, negro, con las ruedas niqueladas, se deslizaba por la carretera rectilínea que conducía al castillo de Wewelsburg, cerca de Paderborn, en Westfalia. El doctor Karl Ulstein, sentado junto a la ventanilla trasera , se sentía plenamente feliz mientras contemplaba distraidamente el bosque de robles y encinas. Himmler lo había invitado a la casa madre de la Orden Negra alemana, de la que las SS eran la rama militar, un honor que raramente se dispensaba a un simple civil. La carretera era una línea recta como trazada en un mapa.

-Recta como una flecha, pensó, y en seguida se corrigió-: Recta como el astil de una lanza.

Porque Ulstein sabía que la carretera que conducía a Wewelsburg representaba exactamente el astil de la Lanza Sagrada, mientras que el castillo de planta triangular constituía el hierro del arma. La estancia principal del castillo, la capilla la Lanza, cubierta por una cúpula de piedra imitada de la capilla de Carlomagno en Aquisgrán, cobijaba una enorme mesa circular de granito pulido, rodeada de doce sillones medievales tapizados en rojo. En el centro de la mesa había una hendidura que representaba el depositario de la Lanza Sagrada, la máxima reliquia del Sacro Imperio Romano-Germánico.

Las Trompetas de Jericó. Trilogía Templaria II. Nicolas Wilcox.



Wewelsburg es un castillo ubicado en el estado de Renania Norte-Westfalia, en el pueblo del mismo nombre, ubicado en las alturas del valle del río Alme. Se trata de una construcción que data de la época renacentista, de planta triangular, de una belleza y una imponencia no fáciles de encontrar y describir. Desde lo alto, con toda su majestuosidad, mira al mundo "inferior" copiando a la perfección lo que sucedía en su interior desde el año 1934. El castillo de Wewelsburtg estaba destinado a ser, ni más ni menos que, el Centro del Mundo... y el mentor de esa terrorífica idea era ni más ni menos que Heinrich Himmler, el nefasto jefe de las SS alemanas del Tercer Reich.

Karl Maria Wiligut relató en 1934 a Himmler una historia que marcaría a fuego las decisiones del nazi a partir de entonces. Wiligut le contó a Himmler la vieja leyenda de "La batalla del Abedul", la cual relataba una gran batalla final entre el gran ejército del este siendo derrotado por el ejército del oeste. Wiligut le predijo algo más a Himmler: el castillo de Wewelsburg sería el último bastión de esa batalla final por el poder mundial y Himmler "compró" esa idea. No sólo la idea compró, sino que además firmó un arrendamiento por 100 años con el distrito de Paderborn para quedarse con la fortaleza.
Pero Himmler no sólo hacía caso a la leyenda referida al castillo en sí mismo. Las áreas linderas también eran ricas en historias que agigantaban el sentimiento interior de los nazis y en especial de Himmler con todo su costado esotérico. La creencia popular sostenía que en los alrededores del castillo de Wewelsburg había tenido lugar la batalla en la que las tribus germánicas unidas vencieron a las legiones de Varo, logrando establecer nada más y nada menos que las fronteras definitivas entre el Imperio Romano y el Imperio Germánico.


 



Himmler ostentaba en público una imagen acartonada, fría y despojada de toda pasión, pero en realidad el jefe de las SS albergaba en su tan intrincado interior el placer por esa conjunción entre lo histórico y lo místico. El castillo de Wewelsburg resultaba entonces el sitio ideal para que instalara allí su cuartel general de las SS, una Orden Negra de oficiales que, curiosamente, prácticamente nunca fue visitada por Adolf Hitler. Eso se cree.
Si Hitler y el Partido Nacional Socialista habían suplantado a la Iglesia, Himmler apuntaba a lograr lo mismo con el Cristianismo reemplazándolo por una religión de estado pseudo pagana inspirada básicamente en una visión idealista de la prehistoria germana, haciendo énfasis en la pureza racial y la innata superioridad del pueblo alemán.

El castillo de Wewelsburg y la orden de oficiales de las SS que allí se reunían fueron la avanzada de esa nueva religión que incluyó rituales paganos, la adoración del sol y la naturaleza entre otros. La escuela que Himmler pretendió implementar en Wewelsburg también incluía hacer hincapié en los siguientes temas: prehistoria, historia medieval y folclore germano, creación de una biblioteca de las SS y la conformación de una visión nacionalsocialista del mundo a partir del lugar en el que está implantado el castillo.

A partir de 1936 Himmler decide ampliar las instalaciones y convertir definitivamente al lugar en el centro ideológico de las SS o, lo que era aún más ambicioso y demencial: el lugar debía convertirse en el centro del mundo. En varios de los enormes recintos, el castillo albergaba piezas de profundo valor no sólo histórico, sino además esotérico, con gran significado para esa secta oscura lidearada por Himmler. Según relatan algunos, la punta de la lanza de Longinos (la misma que se clavó en el costado de Jesús en el momento de la crucifixión) y otros destacados elementos adornaban las vitrinas que eran objeto de adoración fanática por parte de Himmler y los suyos.




La locura de Himmler, el fanatismo por el ocultismo, el misterio y la búsqueda desenfrenada del poder mundial y de (en definitiva) dominar a todo y a todos lo hizo ir tan lejos como en este caso. El castillo de Wewelsburg albergaba en sus entrañas a una especie de logia o de orden de "caballeros oscuros" destinados (por ellos mismos) a ser los nuevos dioses de la nueva religión.  En un recinto oscuro y lúgubre hacían de las suyas. El mismo recinto al cual ni siquiera el mismísimo y nefasto Adolf Hitler se atrevió a entrar alguna vez... y eso es mucho decir.
  


lunes, 14 de abril de 2014 0 comentarios

Coronela-Barcelona-1714




“Digo esto porque Waltraud, que tiene menos imaginación que una hormiga, no acaba de entender qué hacían algunos compatriotas suyos en la Barcelona de 1713 y 1714. Por esa época no era el sitio más agradable del mundo, pero un aventurero no busca lo seguro, sino lo emocionante. Muchos de ellos tenían motivos para no volver a su tierra y la Generalitat pagaba bastante bien; y otros, en fin, tenían una buena razón para quedarse.
Has de saber, mi querida y horrenda Waltraud, que en este mundo existe un fenómeno que se basa en la mutua atracción entre genitales masculinos y femeninos, también conocido como amor. Barcelona estaba llena de mujeres bonitas, solteras o casadas con marineros que casi nunca aparecían por casa y… bueno, ¿para qué seguir? El resto de extranjeros enrolados eran tan pocos que no vale la pena ni contabilizarlos. Eso si, había un poco de todo, desde húngaros hasta irlandeses (¡e incluso napolitanos! ¡Siempre, por todas partes!). Llegué a conocer a uno que era de los Estados Pontificios.
Pero, como digo, el grueso de nuestro ejercito estaba integrado por simples civiles. Había abandonado mi ciudad muy joven y sólo estaba vagamente al corriente de la forma tradicional de defenderla. Se basaba en la Coronela, o milicia local.”

Victus. Albert Sánchez Piñol.



La Coronela de Barcelona, es una milicia cívica vinculada a los gremios, que se desenvuelve y adquiere plenitud militar en el contexto de la Guerra de Sucesión española (1705 - 1714). Se trata de una institución heredera de distintas tradiciones bélicas catalanas de autodefensa. Sus contemporáneos del siglo XVIII, consideraron la Coronela como una evolución directa de la hueste de Barcelona, configurada durante la edad media , modelo que tenia réplicas en otras ciudades catalanas. Se puede decir que este tipo de milicia era similar  al que se desarrolló en otros núcleos urbanos del resto de Europa.

El mando supremo de la unidad, corresponde al "Conseller en Cap ", que ejerce como coronel. Por debajo hay un teniente coronel propuesto por la Ciudad y concedido por la Corona. Esta figura debía de tener un claro perfil militar y técnico, teniendo en cuenta que no necesariamente el "Conseller en Cap ", el coronel, había de tener conocimientos o experiencia militar. Hay que tener presente que el coronel, como "Conseller", ejercía el cargo únicamente durante un año, y en este sentido era el teniente coronel el que garantizaba la continuidad en la línea de mando.

 



La Coronela de Barcelona tenía como ámbito de combate la propia ciudad, no estando concebida para salir a campo abierto. Su cometido era el custodiar toda la ciudad, controlando las entradas y las salidas por los portales, y patrullando las murallas; con dicho cometido liberaba de dicha tarea al Real Ejército de Carlos III de Austria, quedando todos sus efectivos operativos como ejército de campaña para poder expulsar a los invasores franceses y acabar con el Real Ejército de Felipe V de Borbón. Aun así, y a manera de unidad especial de combate apta para operaciones especiales en el campo delante de Barcelona, la Coronela se dotó de una compañía granaderos formada por los 200 hombres más excelsos físicamente, seleccionados de entre todas las compañías; se documenta su presencia en las ceremonias de gala que presidían los actos tradicionales de los gremios que formaban la Coronela de Barcelona.


 


 
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