jueves, 26 de junio de 2014 0 comentarios

Carmen de Lirio-Juan Marsé-Si te dicen que caí



Fue aquel diciembre helado que tantas veces arrojó  a los niños kabileños al brasero de la trapería, al calor animal que persistía en los rincones donde trabajaba la vieja Javaloyes con sus tufos de caliqueño y rodeada de sacos y pilas de trapos. Muchas tardes, al entrar, veían a Sarnita casi enterrado en la montaña de papel y en plan de confidencias con Java, instruyéndole: esta vez atacas a fondo, vas y le dices: doña, sé de buena tinta que podría ser una que ahora vive en el Ritz en plan de fulana de un concejal, eso me han dicho, se hace llamar por otro nombre y se ha teñido el pelo, asunto delicado y pies de plomo por respeto a la autoridad: que estás a punto de pillarla pero tienes muchos gastos esperando siempre la ocasión de verla salir sola plantado en el bar frente al hotel, o al seguirla en taxi, y no hablemos de los invites a la furcia amiga suya que es la que te ha puesto sobre la pista, le dices, la que me advirtió cuidado que ahora está muy bien relacionada y recibe a gente de postín, nada menos que al empresario del Tívoli y a un coronel y a la vedette Carmen de Lirio. ¿Qué si es verdad que se entienden?, todo el mundo en Barcelona lo sabe, doña, hasta los estudiantes, él le manda joyas cada semana y entra y sale de amagatotis, y no te cuento más, nene, que no es apto.

Si te dicen que caí. Juan Marsé


Carmen de Lirio




Nacida en el barrio de las Delicias, se crió sucesivamente en Zaragoza, Córdoba y Barcelona, donde su padre, oficial de prisiones,  fue trasladado. Su gran belleza le llevó a los escenarios imitando a Concha Piquer, que le sugirió el nombre artístico basado en su canción “La Lirio”. Tras actuar en Madrid, Zaragoza y otras ciudades españolas, en 1949, ya como primera vedette, aparece en el barcelonés teatro Victoria debutando con la obra Escuela de estrellas. En el mismo escenario se despedirá casi veinte años después como primera figura. En esta ciudad desarrolló la mayor parte de su carrera como vedette de la compañía del empresario Joaquín Gasa.



De hermosos ojos verdes y espectacular físico, durante la década del cincuenta, fue considerada como la mujer más guapa de España y destacó en todos los aspectos de su profesión, tanto como cantante y bailarina, como por su figura y elegancia. En dichas fechas su éxito y popularidad fueron multitudinarios y se convirtió en una suerte de leyenda urbana. Su nombre aparecía en todos los mentideros y era pasto de cualquier rumor. En su época de esplendor grabó numerosos discos y tuvo un éxito arrebatador con el pasacalle “En la noche de bodas”, que llegó a estar prohibido por la censura. Pertenecía a la exitosa revista Esta noche no me acuesto, estrenada en 1950.
 A partir de su retirada como vedette, a finales de los sesenta, hizo café-teatro y se movió entre Madrid y Barcelona para continuar en los escenarios como actriz de cine, teatro y televisión. En 2008 publicó sus memorias.

domingo, 15 de junio de 2014 0 comentarios

H.P. Lovecraft-Necronomicón-Dunwick



Por más que intentó refrenarse, no pudo dejar de decírselo con buenos modales al bibliotecario – Henry Armitage, hombre de gran erudición y licenciado en Miskatonic, doctor por la Universidad de Princeton y por la Universidad de John  Hopkins-, que en cierta ocasión había acudido a visitarle a la granja de Dunwich y que ahora, en buen tono, le acribillaba a preguntas. Wilbur acabó por decirle que buscaba una especie de conjuro o fórmula mágica que contuviese el espantoso nombre de  Yog-Sothoth, pero las discrepancias, repeticiones y ambigüedades existentes complicaban la tarea de su localización, sumiéndole en un mar de dudas. Mientras copiaba la fórmula por la que finalmente se decidió, el Dr. Armitage miró involuntariamente por encima del hombro de Wilbur a las páginas por las que estaba abierto el libro; la que se veía a la izquierda, en la versión latina del Necronomicón, contenía toda una retahíla de estremecedoras amenazas contra la paz y el bienestar del mundo…


El horror de Dunwick. H. P. Lovecraft.





El escritor estadounidense H.P. Lovecraft supuestamente creó el libro conocido como “El Necronomicon”. En el mundo gótico de horror de Lovecraft “El Necronomicon” es un libro que según afirman algunos contiene la realidad terrorífica de la historia oculta del mundo además de oscuros rituales con el poder de destruir toda vida en la tierra. Lovecraft a través de sus novelas despertó el interés sobre el Necronomicon tanto en sus seguidores más acérrimos, lectores curiosos y estudiosos del ocultismo. Con el paso del tiempo se ha discutido sobre la veracidad del Necronomicon y su existencia. ¿Cuál es la oscura verdad oculta detrás de grimorio de ficción de H.P. Lovecraft?


A través de los años los expertos en ocultismo han teorizado sobre este macabro libro y con el paso del tiempo también han aparecido muchas copias falsas del Necronomicon. Pero las mejores pistas sobre la verdadera historia detrás del mítico Necronomicon las podemos encontrar en los propios trabajos de Lovecraft. Es cierto que Lovecraft admitió que su Necronomicón era una obra de ficción, pero en su propia biografía sobre el Necronomicon en 1927, comete muchos errores deliberados que dan pistas sobre la verdad detrás de la ficción de Lovecraft. Según afirman muchos expertos, Lovecraft probablemente era consciente de que no era oportuno revelar la verdad a través de sus cuentos y novelas. Lovecraft dijo que su Necronomicon fue escrito en el 700 d.C. por un árabe loco llamado Abdul Al-Hazred en Damasco. Pero, ¿quién fue el verdadero autor de este notable libro? El astrólogo y escritor Abu ‘Ali al-Hasan fue señalado por muchos como el verdadero autor aunque el místico judío Alhazen ben Joseph también fue propuesto. La mayoría, sin embargo, sugiere que el verdadero nombre del loco árabe Abdul Al-Hazred era Abu ‘Ali al-Husayn, conocido como Ibn al-Rawandi o Rhazes.



La historia del Necronomicon
Rhazes nació en el año 827 d.C. en Marwarrudh actual norte de Afganistán. Al principio de su vida se unió al Islam ganando el reconocimiento entre ellos. También estudió la Cábala, el Sufismo, el árabe y el gnosticismo cristiano. Él escribo varios libros, tanto en la teología y la filosofía de los cuales sólo quedan algunos fragmentos. Después de algunos años estudiando el ocultismo Rhazes comenzó a realizar peregrinaciones y expediciones a lugares remotos y salvajes. Pasó varios meses con un desconocido maestro en el desierto de ad-Dahna antes de desaparecer por más de 10 años sin dejar ni rastro en el desierto rojo de Rub’ al Khali. Según su propia escritura, vivó durante este tiempo en la mítica ciudad perdida de Iran donde estudió enseñanzas antiguas y secretas. Cuando se fue de Iran viajó a Alejandría, El Cairo, y luego a la necrópolis de Saqqara, en Menfis. Rhazes dedicó el resto de su vida al estudio de las ciencias ocultas y la escritura de su libro, “Al Azif”.

El Al Azif fue editado a unos pocos ejemplares entre los místicos árabes y teólogos. El libro se prohibió por su contenido y todas las copias conocidas fueron destruidas. A principios del año 1100 d.C., Al Azif fue traducido al griego probablemente en el monasterio de San Pablo, el anacoreta en Egipto, y al parecer le dio el título de “Νεκρονομικòν (Necronomicon)”. En 1211 d.C. la traducción griega estaba prohibida y todas las copias conocidas fueron quemadas por orden del Patriarca de Constantinopla Miguel IV.
A principios del siglo XIV el Al Azif se tradujo por primera vez al latín por Arnaldus de Villa Nova (1235-1311), probablemente basado en el libro original perdido del Al Azif. En 1389, el Papa Bonifacio IX prohibió todos los libros relacionados con el Al Azif, tanto la traducción de Arnaldus como la versión griega. Las órdenes de Bonifacio IX era quemar todas las copias que se pudieran encontrar. Algunas fuentes afirmaron que una de las traducciones griegas del Necronomicon llegó a Rusia en la caída de Constantinopla en 1453. El libro se mantuvo al parecer en la en la biblioteca privada del zar hasta la caída del imperio zarista. Hay rumores sobre copias que se imprimieron durante el año 1500. Rasputín decía poseer uno de estos libros, que supuestamente era un regalo de la tercera esposa de Tsar Nicholas. No se conoce ninguna de estas copias hoy en día. La única copia conocida del texto árabe original “Al Azif” y la traducción prohibida griega fue destruida o robada cuando los beduinos saquearon el monasterio de San Pablo y quemaron su biblioteca en el año 1448 d.C. En 1541, el alquimista y místico alemán Theophrastus Paracelsus imprimó su propia traducción alemana de la versión al latín de Arnaldus. Una copia del libro de Paracelsus se dice que fue tomado como botín por los suecos en Praga en 1648, pero fue probablemente destruido en el gran incendio en el Palacio Real de Estocolmo en 1697. Durante el año 1600, el inglés místico John Dee terminó su propia traducción al inglés del Necronomicon. El texto no se publicó hasta después de la muerte de Dee. Meric Casaubon imprimó la traducción al Inglés de Dee en una edición muy limitada en 1651. En 1652 el médico danés Olaus Wormius realizó una nueva impresión de Arnaldus en Alemania.

El Necronomicon de Simon
Otra de las versiones más conocidas es el llamado Necronomicon de Simon. Avon Books fue fundada en 1941 por la Corporación de Noticias de América (ANC) para crear un rival para la edición de libros de bolsillo. Avon publicaba novelas baratas, así como colecciones de cuentos dirigidas al público más joven. Entre los escritores que fueron publicados se encontraba H.P. Lovecraft. Tras cambiar de propiedad un gran número de veces en los años 40, 50 y 60 Avon decidió dar un giro en sus publicaciones a mediados de la década de 1970. Se desconocen los motivos por el cual decidieron crear una versión propia del Necronomicon, pero lo que muchos afirmaron es que se trataba de algo más que del simple objetivo de hacer dinero. De este modo, en 1977 Avon Books publicó el “Necronomicon de Simón”. Se tituló así debido que fue escrito por un hombre identificado sólo como “Simon”. El libro pretendía derivar su contenido desde la mitología Sumeria, sin embargo lo que realmente se trataba era más de la mitología Babilónica y su introducción trató de identificar los Grandes Antiguos y otras criaturas introducidas en Mythos de Lovecraft con dioses y demonios Sumerios y Babilónicos. Los cuentos presentados en el libro eran una mezcla de mitos mesopotámicos y una historia desconocida sobre un hombre llamado el “árabe loco”. Lo extraño de la publicación era que el Necronomicon de Simon no tenía vinculación directa con los escritos de Lovecraft. De hecho, Lovecraft escribió muy poco acerca del Necronomicon, habiendo sólo unos pocos pasajes de sus historias en las cuales cita al libro. Tal vez el más conocido es:
“Que no está muerto lo que puede yacer eternamente, y con los evos extraños aun la muerte puede morir.”
Este clásico pasaje no está incluido en el Necronomicon de Simon, lo que para algunos es una prueba de que el “Necronomicon” realmente existió.



Más allá de la leyenda
El Necronomicón, en todas sus versiones es considerado por los expertos como uno de los libros más peligrosos de la humanidad. Las ideas horribles y las verdades oscuras que este libro, de una manera terriblemente convincente, da a sus lectores a menudo han llevado a la locura y la muerte. Además de las antiguas verdades y profecías premonitorias, el libro también contiene hechizos y encantamientos que en manos equivocadas puede crear un daño impensable. Todas las copias originales conocidas del Necronomicon se mantienen bajo llave y no están disponibles al público. Varias organizaciones y sociedad por diferentes razones buscan todas las copias del libro que se encuentra aún en manos privadas. Cualquier intento de difundir el contenido del Necronomicon ha acabado en tragedias debido a accidentes que son atribuidos a la maldición que parece acompañar al libro, siendo un gran misterio todo lo que rodea el mundo del Necronomicon.
 

 
domingo, 8 de junio de 2014 0 comentarios

Templarios-Cruzadas-Cuernos de Hattin



Cada vez que los templarios eran vencidos en una batalla, como sucedió en varias ocasiones, sus bajas eran enormes, llegando incluso a sucumbir la práctica totalidad del contingente que había participado en esa acción bélica. ¿A que se debía semejante porcentaje de pérdidas? Cuando un templario entraba en combate debía ser ayudado por sus hermanos, y ninguno estaba autorizado a abandonar el puesto en el campo de batalla ni a separarse de sus filas hasta que no lo autorizara el maestre o quien dirigiera las tropas en ese momento. Y esa orden nunca se dio, pues trece de los veintitrés maestres del Temple murieron en plena batalla con la espada en la mano o como consecuencia de una acción de guerra. Esa pudo ser una causa del elevadísimo porcentaje de muertos templarios en cada una de las batallas que perdieron. En julio de 1187, por ejemplo, murieron doscientos treinta caballeros templarios en la batalla de los Cuernos de Hattin. Allí nadie dio la orden de retirada…..”
 
Breve Historia de la Orden del Temple. José Luis Corral.




La batalla de los Cuernos de Hattin tuvo lugar junto al Lago Tiberiades o Mar de Galilea, sobre cuyas aguas un día caminó, dicen, Jesús de Nazaret. La ciudad de Tiberiades había sido fundada por Herodes Antipas, el hijo del Herodes bíblico que mataba niños, en honor del emperador Tiberio. La batalla se dio el 4 de julio de 1187 entre el Reino Cruzado de Jerusalén y las tropas de Saladino. Jerusalén estaba en poder de los cristianos desde la Primera Cruzada, ya que habían conquistado la ciudad en 1099, el mismo año en que murió en España, Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Saladino se había erigido en líder de los musulmanes acabando con sus enemigos y quitándoles sus territorios. De forma que en 1187 toda Tierra Santa se hallaba en poder de los musulmanes excepto el reino de Jerusalén, rodeado y hostigado por el Islam. Saladino, por azares del destino, había nacido en Tikrit, la misma ciudad en que nacería siglos más tarde: Sadam Hussein.




Saladino sitió Tiberiades porque sabía que la esposa de uno de los caudillos cristianos, Raimundo de Trípoli, estaba allí. A pesar de eso, Raimundo optó por dejar caer la ciudad y no entrar al trapo del ardid de Saladino. Pero el espíritu caballeresco de imaginarse a la afligida dama acosada por los crueles sarracenos les hacía dudar. Aun así resolvieron no atacar a Saladino. Pero Gerardo de Ridefort, el Gran Maestre de los Caballeros Templarios, insistía en atacar. Tan bravucón él, afirmaba que un templario no podía desperdiciar la oportunidad de vengarse de un infiel. Guido de Lusiñán –rey de Jerusalén y quien tenía que dar la orden de marchar hacia Tiberiades- se dejó seducir por los ardores guerreros del jefe de los templarios y mandó que el ejército se dirigiese a Tiberiades.

La mañana del viernes 3 de julio de 1187, bajo un sol terrible, los cristianos abandonaron Seforia con dirección a Tiberiades. El paisaje se tornó de unas huertas verdes y fértiles en un erial pedregoso y seco y en unas yermas colinas. No había agua a lo largo del camino. Las pocas fuentes habían sido envenenadas por Saladino. Los hombres y caballos empezaron a padecer la sed. Los caballos morían. El agotamiento los hacía caminar muy lentamente. Los musulmanes hostigaban la vanguardia y la retaguardia con sus arqueros y sus veloces caballos. Por la tarde los cruzados llegaron a la planicie de Afín. Frente a ellos había un volcán apagado con dos cráteres llamado Los Cuernos de Afín. Los cruzados acamparon en las faldas de los Cuernos. No les quedaba más agua que la que había en sus odres. Las fuentes estaban secas o envenenadas. El calor y la deshidratación les hacían tener delirios y alucinaciones. Los musulmanes se reían y se burlaban de ellos desde su bien surtido campamento, diciéndoles que el agua les sobraba.


El ataque de Saladino comenzó después del amanecer. Los musulmanes incendiaron los arbustos que rodeaban las tiendas cristianas a fin de ahogarlos y desorientarlos. Los cristianos se lanzaron a la desesperada hacia el lago pero fueron contenidos por las llamas y los musulmanes les cortaban los pasos. Los jinetes cristianos rechazaron uno tras otro los ataques de la caballería de Saladino pero sus fuerzas iban menguando. El hijo de Saladino que aquel día presenció su primera batalla escribió sobre el valor de los francos: “Cuando el rey franco se había retirado al pico de la colina, sus caballeros lanzaron una valiente carga y obligaron a nuestros hombres a retroceder. Yo observaba su desesperación. Los rechazábamos pero ellos volvían a atacar” Al final los cristianos fueron copados. Uno de los grandes talismanes de la época, la Vera Cruz, fue capturada por los infieles. La Vera Cruz era una cruz hueca de metal en cuyo interior se hallaba un trozo de madera de la cruz en la que, supuestamente, fue crucificado Jesús de Nazaret.




Se condujo a los caudillos cristianos a la tienda de Saladino donde se les dio agua. A uno de ellos, Reinaldo de Chatillón, Saladino le cortó la cabeza con su propio alfanje. Se perdonó al resto de jefes cristianos pero la casi totalidad de los templarios y hospitalarios que sobrevivieron fueron muertos por los sufíes. Los cristianos que fueron llevados a Damasco a fin de que los vendiesen como esclavos causaron un súbito desplome de los precios. Se podía cambiar un par de sandalias por un cristiano. El viernes 2 de octubre de 1187, Saladino entró en Jerusalén sin apenas resistencia. Habían pasado 88 años desde que los cruzados la capturasen. En toda la Cristiandad hubo miedo por el resurgir musulmán y por el liderazgo de Saladino. Se resolvió organizar la Tercera Cruzada a cuya cabeza se pondrían varios reyes europeos.

 
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