Pages

martes, 24 de noviembre de 2015

La pena máxima. Santiago Rocangliolo.

"Cada uno de los prisioneros llevaba una capucha cerrada, con un par de agujeros para permitir la entrada de aire. Y respiraban. Pero estaban amarrados a su sitio por las extremidades. Los únicos movimientos que hacían eran suaves balanceos para tratar de acomodarse. Y entre ellos, como un zumbido ensordecedor, otra radio transmitía el partido, llena de interrupciones e interferencias".


No hay comentarios:

Publicar un comentario