Al pie del salto empezaba una comarca llena de recuerdos históricos, incluso para los elementales estudios hispánicos de Shannon. En aquellos campos de la Encomienda de Zorita habitaba el recuerdo cidiano de Alvar Fáñez, así como el de los caballeros de Calatrava; encontrándose con el de los mudéjares, que tuvieron aljama en Almoguera, y el de los moriscos alpujarreños, traídos a La Pangía para fundar la industria oriental de la seda. Si antes extrañaba el retorno de la sierra tras el llano, ahora sorprendía la convivencia de la energía eléctrica con los castillos medievales. No era extraño que el aire seco y ardoroso vibrara con la tensión de tantos choques. La potente central de Bolarque y los altivos torreones de Zorita de los Canes eran los dos polos opuestos en aquel campo de fuerzas, en aquella pervivencia de la historia, en aquella encrucijada de razas y de hombres.Y en Zorita mismo acamparon los gancheros, no lejos del pueblo minúsculo, apenas pequeña excrecencia de casas al pie del cerro dominado por las inmensas ruinas del castillo. En medio del río se alzaba una ingente isla de piedra, resto del puente que enlazó el pueblo actual con un gran arrabal desaparecido.
El río que nos lleva. José Luis Sampedro.
El Castillo-Fortaleza
de la localidad de Zorita de los Canes, fue levantado por los árabes en
los siglos XII y XIII muy cerca de la ciudad visigoda de Recópolis,
orilla izquierda del Tajo. Está declarado Monumento Histórico-Artístico desde 1931.
Historia
En el año 1085 los cristianos
conquistaron este lugar y años después, Alfonso VII, que había repoblado
este enclave con mozárabes aragoneses, entregó el lugar a la familia de
Los Castros. En el año 1169 Alfonso VIII, recupera Zorita y lo ofrece en arras a doña Leonor de Inglaterra. Poco después en el año 1174, fue entregada a la Orden de Calatrava,
que desde finales del XII hasta comienzos del XIII lo transforma en un
firmísimo bastión pleno de tropas, caballeros y armamentos. Fue entonces
cuando, por tener distribuidos grandes perros alanos por las torres y
patios, como mejor defensa del castro, éste recibió el nombre de Zorita
de los Canes.
En el año 1565 fue adquirida por el duque de Pastrana y por su mujer la princesa de Éboli, que realizaron cambios en la fortaleza para poder habitarla con mayor comodidad. Posteriormente en el año 1732, los duques del Infantado vendieron este enclave al antecesor de los condes de San Rafael. El título, ya solamente honorífico, de Comendador de Zorita, continuó existiendo hasta el siglo XIX.
Periodo
Siglos IX al XIII
La historia de esta alcazaba fundada por Muhammad I en el siglo IX
corre pareja con la de la villa. La invasión almorávide de fines del
siglo XI la dejó casi arruinada y fue reconstruida posteriormente por la
Orden de Calatrava a lo largo de los siglos XII y XIII, al que
pertenece casi toda la actual fábrica,
La fortaleza medieval posee una estructura de complicado sistema de murallas y puertas,
de torreones y ventanales amalgamados a lo largo de los siglos, que
culmina el roquedal en el que se asienta a orillas del Tajo.
Su planta es alargada e irregular y está rodeada de una muralla, dotada antaño de almenas, que ya se encuentran hoy en ruinas.
En su interior, se encuentran múltiples detalles
que ofrecen la evocación y el testimonio preciso de los tiempos
primitivos de la fortaleza, expresivos del arte y la técnica bélica de
sus moradores y caballeros calatravos.
Así, destacan la Iglesia del castillo (de bella factura románica), los enterramientos de caballeros calatravos, la Sala del Moro, posiblemente destinada a prisión, o la torre albarrana que vigila la entrada al castillo.