lunes, 29 de octubre de 2012

Mendoza-Savolta-Chopin.

Componían la multitud representantes de todas las clases sociales: hombres de alcurnia, vestidos de negro con flamantes chisteras; militares con uniforme de gala; buenas gentes atraídas por el espectáculo ciudadano, y obreros que acudían a dar el último adiós a su patrono. Avanzó la carroza charolada tirada por seis corceles engalanados con plumas, jaeces y gualdrapas de metal oscuro y conducida por cocheros de levita y chambergo también emplumado y lacayos de calzón corto, colgados de los estribos. Cargaron el féretro en la carroza y la banda municipal tocó la Marcha fúnebre de Chopin mientras el carruaje iniciaba un paso lento y la multitud se santiguaba y se estremecía.

La verdad sobre el caso Savolta. Eduardo Mendoza.



 

La segunda Marcha fúnebre compuesta por Chopin en 1826 en si bemol menor pertenece a la Sonata para piano nº2, aunque previamente no formaba parte de la misma. Fue transcrita para orquesta por el compositor inglés Sir Edward Elgar, en 1933 y su primera interpretación fue en su concierto en memoria del propio Chopin el siguiente año. Se tocó en el cementerio durante el entierro de Chopin en el Cementerio Père Lachaise en París.

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