El bar donde lo había citado Lucrecia estaba sobre un acantilado que se internaba en el mar. Vio el brillo de sus cristaleras al doblar una curva. De pronto la vida entera de Biralbo cabía en los dos minutos que faltaban para que se detuviera el taxi. Sobre las crestas grises de las olas se mecían gaviotas inmóviles. Al verlas desde la ventanilla Biralbo recordó al hombre del abrigo oscuro: tenía en común con ellas la indiferencia ante el desastre. Pero ése era un modo de no pensar en el hecho pavoroso de que le quedaban segundos para encontrarse con Lucrecia. El taxista se detuvo a un lado del paseo y se quedó mirando a Biralbo en el retrovisor. “La Gaviota”, dijo casi con solemnidad: “Hemos llegado.”A pesa de las grandes cristaleras del fondo, en La Gaviota había una opacidad de encuentros clandestinos, de whisky a deshoras y prudente alcoholismo. Las puertas automáticas se abrieron silenciosamente ante Biralbo. Vio mesas limpias y desiertas con manteles a cuadros, y una barra muy larga en la que no había nadie. Al otro lado de las cristaleras estaba la isla coronada por el faro, y tras ella la lejanía gris de los acantilados y el mar, el verde oscuro de las colinas sesgadas por la niebla. Serenamente, como si fuera otro, recordó una canción: Stormy weather: Eso le hizo acordarse de Lucrecia.
El invierno en Lisboa. Antonio Muñoz Molina.
Stormy Weather" es un
estándar de jazz
escrita en 1933 por Harold Arlen y Ted Koehler que forma parte del Great American Songbook.
La primera en interpretarla fue la pionera Ethel Waters en el mítico Cotton Club de la mano del
gran director de big bands Cab Calloway, y su éxito
fue tal que las versiones de la misma se grabaron por doquier. A lo largo de
los años numerosos artistas han ido adaptando su letra y ritmo a sus pareceres
haciendo que se puedan encontrar claras diferencias entre ellas.
Pondré dos versiones. La primera, la interpretada por Lena
Horne en la película Cabin
in the Sky, una película filmada en exclusiva para ser proyectada en los
cines para afroamericanos y primera película del desconocido (entonces) Vincent Minelli, en la
que se derrocha elegancia, suavidad y emoción.
La segunda, una interpretación magistral, desde mi punto de vista, de Billie Holiday.
0 comentarios:
Publicar un comentario