“Si bien doña Inés sentía y confesaba que iba a hacer un inmenso sacrificio al desprenderse de Juanita, única mujer que la comprendía en el mundo y que podía ser su compañera, en manera alguna quería prescindir de este sacrificio, que le daría honra entre los mortales y que Dios lo tendría en cuenta para pagárselo en el cielo. Persistía, pues, con firmeza en su plan, pero lo retardaba, y mientras lo retardaba lo iba completando en sus pormenores, consultándolo todo con el padre Anselmo.Decidió doña Inés pagar ella el dote de Juanita. Sobre lo que vacilaba aún era sobre el convento en que debía ponerla. Después de haber desechado muchos, pensó en uno que hay en Écija, con cuya abadesa se carteaba, porque era allí donde se hacían los célebres bizcochos de yema imitados por Juana la Larga. Afirmaba doña Inés que toda persona que tenía buen paladar reconocía al punto la imitación de Juana, porque carecía del quid divinum que hay en los legítimos, prestándoles tan soberano sabor, que si con grosero y material supuesto pudiésemos imaginar que los querubines, cuando bajan a la tierra con algún mensaje de arriba, tienen el capricho o se allanan a comer algo, sin duda que no comerían otra cosa que los tales bizcochos de yema hechos por las mencionadas monjas.A despecho de tan importantes motivos, no sabemos por qué doña Inés desistió de que Juanita fuera al convento de Écija, y hubo de fijarse al fin en las Comendadoras de Santiago, en Granada, donde, si no se hacen aquellos peregrinos e inimitables bizcochos, se hacen los mejores almíbares de toda Andalucía..”
Juanita la Larga. Juan Valera.
La Reina Isabel la
Católica ofrece en la Catedral de Santiago de Compostela al santo Patrón de
España la erección de un Monasterio de Comendadoras en el mismo momento en que
conquiste la Ciudad de Granada. Esta promesa se hace realidad en 1501 a través de una Bula de
erección de la Orden que firman los Reyes Católicos y el Papa Alejandro VI.
Es a través del
Arzobispo de Granada Fray Hernando de Talavera, confesor de la Reina, que
ofrece su casa aumentada con otras pequeñas parcelas junto al Cuarto Real, en el
Realejo, al pié de la colina de la Alhambra, zona de asentamiento de los
familiares de la dinastía Nazarí. De esta forma se constituye el primer
Monasterio de clausura femenino en la Ciudad de Granada. Se cercan todas las
casas compradas, se construye una iglesia con su enterramiento, en donde
descansan las sobrinas del Arzobispo, primeras que profesaron en Granada de la
Orden de Comendadoras y se construye el primer Hospital de Peregrinos del
Camino Mozárabe de Santiago que partía desde Granada.
El Real Monasterio
de la Madre de Dios de Comendadoras de Santiago crece, en estos tres primeros
siglos, en privilegios y honores, así como en patrimonio. A finales del siglo
XVIII, por indicación de la Corona, el antiguo Monasterio se derriba y los
planos del nuevo edificio, los realiza el arquitecto real Francisco Sabatini,
que envía a Granada a su Aparejador y ayudante Francisco Aguado que construye
un gran edificio neoclásico, ejemplo de primera magnitud de la época, asimismo
desmonta el artesonado mudejar de la Iglesia, que estaba en mal estado y decora
las bóvedas a base de una nervadura goticista con ornamentación barroca e
instala en el presbiterio una cúpula oval con linterna.
La Iglesia tiene dos
partes diferenciadas, la nave para los fieles con el presbiterio en alto y Coro
bajo y alto reservado ala clausura contemplativa. Cinco contrafuertes o grandes
pilastras a cada lado flanquean cuatro capillas en el lado de la Epístola y
tres capillas y la puerta de acceso desde el Compás, en el lado del Evangelio.
El presbiterio esta separado por una escalinata de la nave.
Esta iglesia
contiene una secuencia artística de primer orden y que abarca mas de 500 años
de arte religioso, desde el primitivo Crucificado gótico del siglo XV hasta la
soberbia imagen del Señor de la Oración en el Huerto, de Domingo Sánchez Mesa
de mediados del siglo XX , pasando por los mas importantes autores de la
Escuela granadina, Pablo de Rojas, Bernabé de Gaviria, Alonso de Mena, Pedro de
Mena, Jose de Mora, Pedro Atanasio Bocanegra y Torcuato Ruiz del Peral
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