“Litonev accedió al recinto y se dirigió hacia el pretil que separaba la tierra del mar. Las aguas del Báltico, con grandes manchas de aceite, acariciaban las piedras del muro. Aun con oscuridad, sospechaba por qué había llegado a los muelles: quería cimentar su vida personal antes de lanzarse al abismo del que ignoraba si sería capaz de regresar. Tal vez, aquello le había atraído a la parte oeste de la ciudad, para contemplar en aquel amanecer la isla de Kotlin y dejar que su mente se trasladase a 1921, cuando los marino se rebelaron en la ciudad de Kronstadt contra los bolcheviques exigiendo más libertad. La represión del Ejército Rojo fue brutal. Él la conocía. Había formado parte de las compañías que asaltaron la isla y redujeron a los marinos.”
Asesinato en el Kremlin.
Alejandro M. Gallo.
La Rebelión de
Kronstadt fue un alzamiento fracasado de los marinos soviéticos de
la isla
de Kotlin, donde se halla la fortaleza de Kronstadt,
contra el Gobierno
de la República Socialista
Federativa Soviética Rusa. Fue la última gran rebelión en contra del
dominio bolchevique
dentro del territorio ruso durante la Guerra
Civil rusa.
La rebelión tuvo
lugar en las primeras semanas de marzo de 1921 en Kronstadt, una
fortaleza naval situada en la isla de
Kotlin en el Golfo de Finlandia. Tradicionalmente, Kronstadt
ha servido como base de la flota báltica rusa y defensa de San
Petersburgo (entonces, Petrogrado), que se encuentra a treinta kilómetros
de la isla. Durante dieciséis días, se implantó una comuna revolucionaria que
se opuso al Gobierno soviético que los propios marinos habían ayudado a crear.
Después de encarnizados combates y gran número de bajas, la rebelión fue
aplastada.
Surgida por el
descontento popular y a raíz de las protestas obreras en Petrogrado,
estalló cuando estas se estaban calmando. No se coordinó con otras rebeliones
contra los bolcheviques que en ese momento existían en otras lejanas regiones
del país. Por entonces las disputas internas entre fracciones comunistas habían
debilitado seriamente la administración de la flota y esta no pudo desbaratar
la sublevación.
Los rebeldes,
entre los que se contaban numerosos comunistas desencantados con la evolución
del Gobierno, exigieron la aplicación de un programa de reformas que recordaba
las reivindicaciones de corte anarcosindicalista de 1917: elección de los sóviets, inclusión de
los partidos socialistas y anarquistas en el poder, libertad económica para
campesinos y obreros, fin del poder de los partidos y del monopolio bolchevique
del poder, disolución de los nuevos organismos burocráticos surgidos durante la
guerra o restauración de los derechos civiles para la clase trabajadora. A
pesar de la influencia de algunos partidos de oposición, los marinos no
respaldaron a ninguno en concreto.
Convencidos de la
popularidad de las reformas que exigían y que aplicaron en parte durante la
corta rebelión, esperaron en vano que su protesta se extendiese por el país y
rechazaron la ayuda de los emigrados, que pretendían utilizar el alzamiento
para sus propios fines. Esperando que el Gobierno se
aviniese a negociar, mantuvieron una actitud pasiva que acabó por aislar la
fortaleza del continente, a pesar de los consejos de los oficiales, que
defendieron una estrategia ofensiva. Las autoridades, por el contrario,
adoptaron una postura intransigente, presentaron un ultimátum exigiendo la
rendición incondicional el día 5 y, una vez
caducado el plazo, desencadenaron una serie de asaltos a la isla que fracasaron
hasta que una gran concentración de unidades militares logró tomarla el 17 de
marzo tras sufrir gran número de bajas.
Los rebeldes
fueron considerados mártires revolucionarios por sus partidarios y agentes de
la Entente
y de la contrarrevolución para las autoridades; la rebelión desencadenó una
gran controversia y la desilusión de parte de los antiguos defensores del
régimen establecido por los bolcheviques.
Aunque la
sublevación fracasó, aceleró la implantación de la Nueva Política Económica que sustituyó al
«comunismo de guerra»; las exigencias políticas,
por el contrario, se vieron frustradas.
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