Lo enterraron en la colina de enfrente de la ciudad, la colina roja, por encima de la Garnata al-Yahüd, cerca de la nueva sinagoga de los judíos, en medio del campo, mirando a la Meca, dejando que tuviera a Granada a sus espaldas, como si estuviera empujándole para que llegara pronto al paraíso de Allah. Antes de dejar la tierra sobre su cuerpo el imán más viejo de la ciudad recitó la sura XXXVI del Libro de Dios: “Un solo toque de trompeta y se apresurarán a salir de sus tumbas. En ese día nadie será engañado. Cada uno recibirá el premio de sus obras. En ese día los huéspedes del Paraíso podrán beber a largos sorbos en la copa de la felicidad. Acostados sobre lechos de seda reposarán junto a sus esposas bajo deliciosas umbrías. Y encontrarán allí todos los frutos y todos sus deseos serán concedidos. ¿Quién podrá reanimar los huesos convertidos en polvo? Responde: Aquel que los animó por primera vez lo reanimará. Él conoce toda la creación. Tan grande es su poder que a su voz salen seres de la nada”. Ahora empezó a caer la tierra en la tumba y el rey Habbús, desnudo, con sólo una sábana pegada a su cuerpo, empezó a confundirse con la tierra a la espera de oír el segundo toque de la trompeta. Empezaba el reinado del tercer monarca de la dinastía zirita Badis Ibn Habbús.
El mar de bronce. Felipe Romero.
Badis ibn Habbus, el Rey Badis, fué el tercer rey de la
dinastía zirí, llamado "el Victorioso". Los cronistas árabes lo presentan como
hombre cruel, sanguinario, siempre beodo, aunque valeroso y afortunado en la
guerra. De su padre, Habus Badis heredó , además del reino, al visir, judío e
intelectual Samuel Ben Nagrela: barbarie y refinamiento frente a frente en Granada.
"No podía ser mayor el contraste que separaba a la ignorancia, la bravura,
la crueldad y el ciego ímpetu del soberano, y el talento político, la reflexión,
la cultura refinada y la suavidad de su ministro. Como sus caracteres se complementaban,
se entendieron a maravilla. Sin la astucia del hebreo, la barbarie del bereber
habría fracasado. Eran dos personalidades extraordinarias. Y el elogio de Samuel
por el más grande de los historiadores hispanomusulmanes, Ibn Hayyan, su contemporáneo,
además, nos descubre todas las facetas: inteligencia, saber, refinamiento, doblez
y astucia del judío genial." (Claudio Sánchez Albornoz). El reinado de Badis
se caracteriza por una serie ininterrumpida de guerras, de crímenes y de rebeliones.
En la batalla de la Fuente, el 4 de agosto de 1038, derrota, previa traición,
al rey de Almería Zuhayr, que muere en el combate y es el propio Badis quien
remata con su azagaya a Ibn Abbas, visir del rey almeriense. El reino esclavo
de Almería cae en manos del emir de Valencia Al-Mansur ibn Amir Abd al-Aziz.
(En Memorias de Abd Allah, nieto de Badis, leemos que, en sueños, Badis había
visto caídos todos los álamos de Granada. Alarmado, creyó aquello mal augurio
para el combate próximo; pero el intérprete de sueños lo tranquilizó: "Tu
sueño es un buen augurio porque los álamos se asemejan a los eunucos; no producen
frutos y carecen de raíces sobre las que puedan sustentarse. No hay duda: van
a caer y a perecer bajo tus golpes"). Buluggin, hermano de Badis, fue el
gran vencedor. En el año 1055 Badis anexiona a su corona granadino el reino
hammudí de Málaga. Y poco después invade el territorio sevillano donde reinaba
el refinado y cruel Mutadid. Guerra de resultados inciertos y que se complicó
después con la conquista transitoria de Málaga por el príncipe Mutamid, el gran
poeta, hijo del terrible Mutadid. Badis, en un contraataque a la alcazaba de
Gibralfaro, reconquista la plaza. El principado de Málaga se somete nuevo al
zirí Badis. Badis muere en el año 1075 y sus estados quedan divididos entre
sus nietos, hijos del asesinado Buluggin: Tamin, que reinará en Málaga y Abd
Allah que lo hará en Granada.
0 comentarios:
Publicar un comentario