“Si, -me interrumpió-, en la escena salen doce chicas, pero, aunque me esté mal decirlo, Prudencia, mi hija, era la única que aparentaba conservar la virginidad.Recordé entonces a Prudencia en la noche del taxi y resumí que si ella era virgen, Juana de Arco debió ser recaudadora de contribuciones.La bruja seguía emitiendo desarticuladas insensateces, sin aparentes intenciones de acabar, así que, suavemente, colgué el aparato.Llamé entonces a Celia, el último número que figuraba en mi menguada lista. Llevaba invertidos cincuenta centavos en llamadas telefónicas.Me acordaba muy bien de Celia. Menuda, con lentes de contacto, caderas pronunciadas y busto suficiente para las más ansiosas exigencias. Era muy mona, pero, desgraciadamente, se las daba de intelectual. Vivía en Greenwich Village y nunca iba a parte alguna, ni siquiera al cuarto de baño, sin llevar consigo un grueso volumen, encuadernado en piel, de las obras completas de Shakespeare.No sentía demasiado entusiasmo por esta última tentativa, pero cualquiera que se hubiera hallado como yo, solo en el cuarto de un hotel, contemplando cómo la lluvia batía en la ventana, mientras de la calle llegaban los bocinazos de los taxis, que me hacían pensar en felices parejas que corrían a encerrarse en sus respectivos nido… cualquiera, digo, hubiera sentido también la urgencia de abandonar aquel departamento del Chrysler Building, para ir a caer en los acogedores brazos de Celia….”
Memorias de un amante sarnoso. Groucho Marx.
En los año 20, tras la Primera
Guerra Mundial, se produjo una gran expansión de la economía en Europa y
Estados Unidos que estuvo acompañada de la necesidad de nuevos edificios. A
mediados de los años 20, el constructor y promotor William H. Reynolds comenzó
a planear la construcción de un rascacielos en un solar de la Calle 42 y la
Avenida Lexington. Reynolds confió el proyecto a William Van Allen, un
arquitecto de Brooklyn que, como Reynolds, carecía de experiencia en edificios
de altura. Hasta entonces, el proyecto sólo eran bocetos hasta que Walter Percy
Chrysler, dueño de la empresa de automóviles Chrysler, se interesó en este edificio
y en 1928 dio luz verde para su construcción costeando los 15 millones de
dólares del presupuesto.
Chrysler quiso que el edificio fuera el más alto del mundo superando al Woolworth Building, pero tuvo que competir con otro edificio que había comenzado a construirse a principios de 1928 en el número 40 de Wall Street para el Banco de Manhattan, diseñado por Craig Severance, antiguo socio de Van Allen. El proyecto inicial del Banco de Manhattan constaba de 47 pisos, pero Van Allen anunció que el suyo tendría 68 plantas y mediría 270 metros de altura. Unas semanas más tarde el diseño del Banco de Manhattan había crecido hasta las 63 plantas y los 280 metros. Ante tal anuncio Van Allen tuvo que modificar la cúpula haciéndola crecer dándole su original y característica forma.
Chrysler quiso que el edificio fuera el más alto del mundo superando al Woolworth Building, pero tuvo que competir con otro edificio que había comenzado a construirse a principios de 1928 en el número 40 de Wall Street para el Banco de Manhattan, diseñado por Craig Severance, antiguo socio de Van Allen. El proyecto inicial del Banco de Manhattan constaba de 47 pisos, pero Van Allen anunció que el suyo tendría 68 plantas y mediría 270 metros de altura. Unas semanas más tarde el diseño del Banco de Manhattan había crecido hasta las 63 plantas y los 280 metros. Ante tal anuncio Van Allen tuvo que modificar la cúpula haciéndola crecer dándole su original y característica forma.
Las obras comenzaron en otoño de 1928 con la excavación para los cimientos sacando más de 38.500 metros cúbicos de tierra y roca. Un mes después se inició la colocación de los cimientos de hormigón y acero. Cada pilar de los cimientos pesa 35 toneladas y puede soportar 10 veces su peso. El edificio se fue construyendo a una gran velocidad, con un promedio de 4 plantas a la semana. El esqueleto de la cúpula está hecho de vigas de acero curvadas. Las paredes interiores de la cúpula son de ladrillo pero el exterior está revestido de un tipo de acero inoxidable llamado Nirosta. Nadie había utilizado este tipo de acero para esa finalidad y fue el propio Walter P. Chrysler quien eligió este material por sus propiedades inoxidables y su calidad uniforme homogénea que no necesita ningún tipo de mantenimiento. Las planchas de acero eran manipuladas en un taller instalado a este efecto dentro del propio edificio. Después los techadores las colocaban en su sitio, las soldaban y sellaban con plomo blanco. En total se utilizaron 30 toneladas de acero Nirosta en el techado y en otros ornamentos del edificio como las águilas. Las águilas son uno de los elementos del edificio que más destacan. Hay ocho en total, dos en cada esquina, y están diseñadas por Chesley Bonestell un delineante amigo de Van Allen. Las águilas fueron esculpidas en planchas de acero Nirosta en un taller aparte y después instaladas en el edificio sobre unos pedestales de hierro.
En otoño de 1929, el edificio Chrysler tenía ya 70 pisos de altura, mientras que su rival, el Banco de Manhattan, estaba casi terminado y apunto de arrebatarle el título de estructura más alta del mundo. Para asegurarse el éxito, los dueños del Banco de Manhattan, transformaron los planos en el último momento para alcanzar los 308 metros de altura con un mástil de bandera. Pero Van Allen había ideado en Julio del mismo año coronar el edificio con una gran y estilizada pirámide de 60 metros de altura conocida como Vertex. El Vertex fue construido en secreto en lo alto del edificio, escondido en el interior del hueco de incendios. El 23 de octubre de 1929, con ayuda de una grúa, colocaron el pináculo de 27 toneladas en tan sólo 90 minutos. De esta forma, con 318 metros, se convirtió en la estructura más alta del mundo. A pesar de este logro, ningún periódico se hizo eco de la noticia y es que al día siguiente, conocido como el Jueves Negro, se inició la mayor crisis mundial que el capitalismo haya conocido jamás, con la caída en picado del precio de los valores que se cotizaban en la Bolsa de Wall Street. Tan sólo 11 meses mantuvo el título de edificio más alto del mundo, hasta que se terminó el Empire State Building.
El Chrysler se había construido en un tiempo récord de 18 meses sin que nadie sufriera un accidente mortal. En aquel entonces se calculaba que por cada piso que se construía por encima de la planta 15 se producía una muerte. Este edificio tenía 77 pisos y según esa estadística debería haber costado 62 muertos, pero no murió nadie gracias unas medidas de seguridad sin precedentes.
El edificio abrió sus puertas de forma oficial el 27 de mayo de 1930. A pesar de la gran crisis económica que sufría el país, el Chrysler tenía cubierta casi por completo la ocupación del edificio ya que Walter P. Chrysler había hecho firmar los contratos de arrendamiento antes de finalizar el edificio. La empresa Chrysler disponía de sus propias oficinas y de una sala de exposiciones. En el vestíbulo había un elegante restaurante y una cafetería. Los ascensores viajaban a una velocidad de 330 metros por minuto siendo los más rápidos del mundo. En el piso 71 había un observatorio con paredes inclinadas decoradas con estrellas y planetas, y con techos de los que colgaban lámparas con forma de Saturno. La oficina privada de Walter P. Chrysler estaba situada en el piso 65 y sólo se podía acceder con invitación. En las plantas 66 a 68 había un club muy exclusivo llamado Cloud Club. En la segunda planta de este club estaba el comedor privado de Walter P. Chrysler.
En verano de 1930, Van Allen se disponía a cobrar los honorarios por el diseño del edificio que estaban estimados en el 6 % del coste total de la obra, según las prácticas habituales de la época, pero Chrysler se negó a pagarle porque sospechaba que había cobrado comisiones de las constructoras y no había contrato escrito. Como las comisiones no se pudieron demostrar, Van Allen denunció a Chrysler y obtuvo una orden de embargo del edificio. Al final llegaron a un acuerdo, pero Van Allen puso en peligro su carrera al denunciar al hombre que le había encargado su mejor proyecto. Van Allen nunca se recuperó y murió en 1954 a los 71 años sin el reconocimiento de la obra. Walter P. Chrysler había muerto en 1940 a los 65 años. En 1945, el observatorio cerró las puertas al público porque no generaba ingresos suficientes. A partir de 1953, la familia Chrysler fue vendiendo las participaciones del edificio. En la década de los 70, el Cloud Club carecía de socios y acabó desapareciendo. Las nuevas empresas comenzaron a instalarse en inmuebles más modernos y el edificio Chrysler llegó a clausurarse. Pero entonces llegó la salvación con una reforma fiscal de 1976 que otorgaba ventajas tributarias a los propietarios de edificios comerciales históricos que invirtieran en su restauración.