viernes, 21 de marzo de 2014

Sanglas-Teresa-Marsé






Por lo demás, ¡abur, muchachas sin aroma de mi barrio, tetas amortajadas con sábanas de miedo y de esperanza boba, yo me largo! Ya los cabellos al viento en la proa del barco, en la escalera del avión, en la terraza frente al océano y la luna, ya las áureas frentes y ojos azules de nuestros hijos engendrados en yates y transatlánticos y veloces expresos nocturnos o sobre pianos de cola entre candelabros o al borde de piscinas privadas o con el desayuno servido en la cama sobre pieles de tigre ya no en la noche borrosa que ensucia los ojos y deforma caderas aburridas de su peso, ya no, ya si, ya juntos entre largos, lentos, bellos, solemnes muslos adornados con broches de sol que maduran en invierno como lagartos dorados, como etiquetas de lejanísimos hoteles pegadas a nuestras maletas, como cicatrices queridas de viejas juveniles aventuras en islas, y esta música, ¿oyes?, sabemos ya de donde viene esta música y el grato atardecer que en el jardín familiar nos espera, agitando raquetas de tenis y pañuelos y regalos envueltos en papel de seda y lazos rojos que nunca, nunca, hasta hoy hemos desatado, pero ya si, ya es tuyo y mío este cristal de copas, este acompasado vuelo de ansias y palomas y besos sobre finas sábanas de hilo sobre el césped del jardín y la dignidad y el respeto y más, mucho más, chiquilla, que me tienes loco perdido, nuestra ya, Teresa, mi amor, ya…

-         Documentación.

Antes que la voz seca y cortante, lo que se abatió sobre él obligándole a salirse de la carretera, frenar malamente y caer, no fueron esta vez los faros de un coche, sino dos motocicletas (dos rabiosas y tenebrosas Sanglas con su correspondiente jinete de plomo: botas, casco, correajes y libreta en mano) que venían dándole caza probablemente desde que había enfilado la recta en dirección al puente del Besós.
 
Últimas tardes con Teresa. Juan Marsé.




Los años de penuria de la Posguerra conminaron a la utilización de motos reconstruidas sobre la base de las existentes antes de la Guerra Civil. La ley de protección a la industria nacional de 1939 obligaba a los organismos del Estado a la adquisición de motocicletas de fabricación española, hasta bien entrados los años setenta. Los hermanos Sanglas, estudiantes de ingeniería industrial realizan en 1942, un prototipo basado en las potentes motocicletas inglesas y alemanas. Su padre, prospero industrial textil, financió la aventura. Hasta 1948 no se encuentran en posición de poder comercializar el modelo propuesto. Un primitivo modelo de 350 cc y 14,5 CV de potencia apto para realizar grandes recorridos en plan turismo. Cuando en los años cincuenta se crea la Agrupación de Trafico de la Guardia Civil, la moto es adquirida por dicho cuerpo y su imagen en la carretera queda asociada a las patrullas de los citados guardias. El color negro de la moto junto al oscuro verde del uniforme ofrecía una visión austera y lúgubre muy distante de los brillantes colores que presentan hoy los policías de trafico llenos de reflectantes para ser vistos con facilidad. La moto Sanglas sufre los movimientos lógicos de la motorización española, y con potentes modelos de 400 y 500 cc aguanta, gracias a las adquisiciones oficiales, el embite que representó la llegada del SEAT 600 en 1957, que arremetió frontalmente , gracias a su precio, contra el mercado de los vehículos de dos ruedas. Se llegaron a fabricar, en sus factorías de L’Hospitalet, 2500 unidades anuales a finales de los años sesenta.


La liberalización del mercado y la llegada de motocicletas extranjeras, principalmente BMW, arrinconaron las posibilidades de la paisana Sanglas que finalmente desaparece el 5 de Abril de 1989. Sus instalaciones fabricaran desde entonces motocicletas Yamaha.


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