Todo lo que dijo, incluido su espantoso sentimentalismo, me recordaba algo: un ritmo esquivo, un fragmento de palabras olvidadas que había oído no se donde, hacía mucho. Una frase trató de tomar forma en mi boca y mis labios se abrieron como los de un mudo, como si se les resistiera algo más que un asustado soplo de aire. Pero no emitieron ningún sonido, y lo que había estado a punto de recordar se convirtió en incomunicable para siempre.Un sábado por la noche, cuando la curiosidad sobre Gatsby había llegado al máximo, no se encendieron las luces de su casa y, de modo tan oscuro como había empezado, acabó su carrera como Trimalción. Solo poco a poco me di cuenta de que los automóviles que con expectación tomaban la curva en el camino de entrada apenas se detenían un instante y luego se alejaban disgustados.
El gran Gatsby. Francis Scott Fitzgerald.
Cuenta Petronio que en la Roma de
Nerón había un esclavo que daba tan buenos consejos de negocios a su amo que
éste decidió premiarlo con la libertad. El liberto, llamado Trimalción, siguió
haciendo buenos negocios por las suyas y se enriqueció de tal manera que lo
celebró con un banquete al cual invitó a todos los amigos de su viejo amo ya
muerto. La mitad no lo conocía, pero acudió igual. El banquete fue fastuoso,
orgiástico, incluso para los parámetros de la Roma de Nerón. A lo largo de la
noche los invitados fueron dando rienda suelta a su envidia hasta terminar
destrozando todo y prendiéndole fuego la casa. Entre las ruinas se encontró el
cuerpo exánime de Trimalción.
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