¿Había
que intentar huir a pesar de todo, corriendo el riesgo de que nos cortara el
camino una patrulla otomana, desertores mamelucos o alguna partida de
salteadores? No me resolvía a ello hasta que me enteré de que el sultán Selim
había decidido deportar a Constantinopla a varios miles de habitantes. Se habló
primero del califa, de los dignatarios mamelucos y de sus familias. Pero la
lista no dejaba de aumentar: albañiles, carpinteros, marmolistas, soladores,
herreros, operarios de todas las especialidades. No tardé en enterarme de que
los funcionarios otomanos estaban haciendo listas nominales de todos los magrebíes
y de todos los judíos de la ciudad para deportarlos.
Yo
había tomado ya una decisión. Prometiéndome salir antes de tres días, estaba
dando una vuelta por la ciudad para poner en orden algunos asuntos cuando me
llegó un rumor; se decía que habían capturado a Tumanbay, traicionado por el
jefe de una tribu beduina.
Hasta
el mediodía sonaron gritos que se confundían con las llamadas a oración. Cerca
de mí, pronunciaron un nombre, Bab Zuwayla. Y era cierto que miles de
ciudadanos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, se apresuraban a dirigirse
hacia aquella puerta. Los imité.
León el Africano. Amin Maalouf.
La
puerta de Bab Zuwayla también conocida como Bawabbat al-Mitwali (nombre de su
periodo otomano), es una de las entradas de la muralla de la ciudad medieval de
El Cairo, Egipto. La puerta es un punto de referencia en la ciudad, que da
inicio, por el sur, a la calle Al-Mu´izz. Fue construida en el año 969, durante
la época Fatimí (dinastía que gobernó entre los siglos XI y XII), y fue
administrada y controlada por las tropas bereberes del desierto occidental a
los cuales se les llamaba Zuwayla, de ahí Bab Zuwayla, la puerta de los
soldados bereberes.
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