domingo, 26 de agosto de 2012 0 comentarios

Hosseini-Shah Faisal


Estaba contemplando la mezquita. La mezquita de Shah Faisal tenía la forma de una tienda gigante, Los coches iban y venían; los fieles, vestidos de blanco, entraban y salían. Nos sentamos en silencio, yo apoyado en un árbol, Sohrab a mi lado, con las rodillas pegadas al pecho. Oímos la llamada a la oración y vimos como, en cuanto desapareció la luz del día, se encendían los cientos de luces del edificio. La mezquita brillaba como un diamante en la oscuridad. Iluminaba el cielo y la cara de Sohrab.

Cometas en el cielo. Khaled Hosseini.



La mezquita de Shah Faisal, el edificio quizá más destacable y representativo de Islamabad, se encuentra en las afueras, bajo las pintorescas Colinas Margalla. Esta situación define su importancia, ya que al estar elevada asegura su visibilidad durante el día y la noche a distancia El primer impulso para la mezquita comenzó en 1966 cuando el rey Faisal bin Abdul Aziz de Arabia Saudita la sugirió durante una visita a Islamabad. En 1969, hubo una competición internacional donde arquitectos de 17 países presentaron 43 propuestas. Luego de cuatro días de deliberación, se eligió el diseño del arquitecto turco Vedat Dalokay. La construcción comenzó en 1976 por Azim Khan, y fue financiada por el gobierno saudí, por un costo de más de 130 millones de riyals saudíes.


domingo, 19 de agosto de 2012 0 comentarios

Manuel-Luis-Federico

"En realidad Federico García Lorca murió desconocido. Lo mataron las bestias cuando era todavía un lucero ignorado"
(Manuel Altolaguirre)

Pero antes no sabías
la realidad más honda de este mundo;
El odio, el triste odio de los hombres,
que en ti señalar quiso
por el horrible acero su victoria,
con tu angustia postrera
bajo la luz tranquila de Granada,
distante entre cipreses y laureles.
Y entre tus propias gentes
y por las mismas manos
que un día servilmente te halagaran.

Elegía a un poeta muerto. Luis Cernuda.
domingo, 12 de agosto de 2012 0 comentarios

Max Gallo-San Diego

Yo estaba en la proa, escuchando los gritos de los gavieros, el chirrido de las jarcias, de las cadenas del ancla que se elevaba, de las velas que se izaban.
Todos esos ruidos fueron ahogados de repente bajo los cañonazos de las baterías de la ciudad saludando nuestra partida. Las salvas eran disparadas por los cañones del castillo de San Antón, que alzaba sus grises murallas en un islote ribeteado de espuma, y el de San Diego, situado enfrente, en la punta de un pequeño cabo.

La cruz de Occidente. Max Gallo.


El castillo de San Diego, bañado por las mareas altas por estar situado a orilla del mar, era de figura irregular y de cortas dimensiones, carecía de foso, estacada y cosa alguna que impidiese llegar al pie de sus murallas. Estaba dominado por la altura de Valparaíso. En esta altura se pueden ver hoy los vestigios de un fuerte, mandado construir en aquel punto, después del día 4 de Mayo de 1.589 en que atacaron los ingleses a la Coruña y en vista del daño que desde allí causó el enemigo a la plaza y embarcaciones que se hallaban en el puerto.
Comenzó a construirse durante el mandato del capitán general de Galicia Pedro de Toledo, Marqués de Mancera, entre 1630 y 1636, terminándolo su sucesor Francisco González de Andía e Irazabal, Marqués de Valparaíso. En un principio se le llamó castillo de San Gaspar, pero a partir de 1.644 ya se conocía como Castillo de San Diego.

En varios relatos del ataque francés a la Coruña de 1.639 se habla de la gran eficacia de esta fortificación, tendiéndose entre San Diego y San Antón una cadena que cerraba el puerto. San Diego fue gobernado por un capitán de los ejércitos reales durante muchos años y en el mismo se efectuaron sucesivas obras y modificaciones en el transcurso del siglo XVII.
Resultaría inimaginable que países como Francia o Inglaterra, donde el respeto a la historia es grande, hubiesen cometido el atentado que significa el derribo de un castillo del siglo XVII. Pero en España, donde lo que estorba se elimina rápido, todo es posible. Tal sucedió en A Coruña, a mediados de la década de los 60, cuando el castillo de San Diego, que con el de San Antón era uno de los viejos baluartes de la defensa de la ciudad, se demolió con el pretexto de que estorbaba para la ampliación del puerto comercial.
miércoles, 1 de agosto de 2012 0 comentarios

A descansar.


 
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