jueves, 19 de diciembre de 2013

Felipe Romero-Mártires-El segundo hijo del mercader de sedas.



"Era casi de noche cuando llegamos al Realejo, yendo yo casi desfallecido, doblado sobre el burro y tanto era así que al iniciar la subida de la cuesta de la Antequeruela, uno de los frailes, caminando a mi lado, iba sujetándome con sus manos, mientras el otro, por delante, tiraba del ronzal del jumento. Llegamos al campo de los Mártires a cuyo final un farolillo alumbraba la puerta del convento. Entre los dos lograron hacerme descabalgar, teniendo que pedir ayuda a otro fraile para entre los tres meterme dentro, casi a rastras. En modo alguno podía tenerme en pie, habiendo vomitado sobre mis propios vestidos el poco alimento que me habían dado.
Así llegué y así fue como entré en el Carmelo, donde aún sigo, en la noche estrellada de un veintitrés de abril de 1609, cuando mis padres y mi hermano mayor estaban llegando al mar para coger el barco que los llevaría a Italia para siempre. Mi primera noche solo en Granada, a mis veintiséis años recién cumplidos, en el convento de los Mártires, del que fuera prior el místico fray Juan de la Cruz, adonde dos de sus frailes, por caridad, habían llevado, al encontrarlo, tirado y desfallecido, solo y perdido, como una piltrafa, como un guiñapo, al descendiente del que fuera sultán de este reino de Granada, el moro Ciriza Sa’d ibn Ali, de la gloriosa dinastía nasrí."

El segundo hijo del mercader de sedas. Felipe Romero. 


Al poco de la reconquista de la ciudad y de la liberación de los cautivos cristianos en las mazmorras alhambreñas, la reina Isabel mandó construir en la parte más alta de la loma de Ahabul, una ermita dedicada a los cristianos que en este lugar perecieron. Fue erigida con el titulo de los Santos Mártires. El edificio, de amplias proporciones, se levantó con traza gótico-mudéjar, muy común en esa época, cubierto por una armadura igualmente mudéjar. Lo más sobresaliente de la ermita era  su retablo compuesto por diferentes pinturas en tablas que mostraban un crucificado, un descendimiento y varias escenas sobre cautiverios y martirios de santos: la lapidación de San Esteban, la degollación de San Hermenegildo, el asaeteado de San Sebastián, el cautiverio de San Marcelo Papa, la liberación de San Pedro y la de varios mártires franciscanos fallecidos en esta colina.
En 1567 llega la orden carmelita a Granada instalándose en una casa de pequeñas dimensiones en la Cuesta de Gomerez. Su incomodidad haría que al poco tiempo los monjes hicieran numerosas gestiones para trasladarse a otro lugar. El capitán general del Reino de Granada y alcaide de la Alhambra, el conde de Tendilla, les animó y apoyó para que se instalasen en  dicha ermita. Finalmente, en 1573, se llegaría a un acuerdo con el cabildo de la capilla real para que el prior,  Fray Baltasar de Jesús Nieto, junto al número limitado de tres monjes, aunque luego se aumentaría a treinta, ocupasen el llamado Campo de los Mártires.  Bastantes penurias pasarían en sus primeros años en este lugar puesto que a la falta de espacio, todos los monjes estaban instalados en las pequeñas dependencias de la casa del capellán, se le unía la falta de recursos económicos y de abastecimiento de agua a causa de un conflicto con el cabildo de la Capilla Real. En varias ocasiones pensaron marcharse del lugar detenidos por la persistencia del conde de Tendilla hasta que el 31 de Mayo de 1579 los terrenos fueron independizados de la capellanía real y adscritos al Rey Felipe II quien tres años antes les había concedido mediante Real Cédula dos reales de agua para su abastecimiento. 
 En 1587 se construyó un acueducto que traía el agua del Generalife y un gran estanque, todavía conservados. En este tiempo fue prior del convento de 1582 a 1588 el místico abulense San Juan de la Cruz. En su estancia en Granada completaría algunas de sus obras maestras como “Cantico Espiritual”, “Llama de Amor Viva”, “Subida del Monte Carmelo” y “Noche Oscura del Alma” de la que se dice que se inspira en el paisaje que el santo pudo contemplar desde el Campo de los Mártires. 
 Entre 1614 y 1620 se levanta un nuevo convento más espacioso para el cual serían derribadas las anteriores celdas. Su construcción, como la del anterior edificio, seria acometida por los propios frailes. Las dependencias de los monjes se disponían  en torno a dos patios, el primero, hermosamente decorado, fue modelo para posteriores conventos carmelitas  de toda la geografía española. El claustro se organizaba en torno a una fuente central rodeado por arcadas de veinte columnas y galerías abovedadas. El segundo era más austero en arquitectura pero más agraciado en panorámica pues desde el mismo se podía observar la vega y la sierra.
 Con la invasión napoleónica de  1810 fueron expulsados los frailes y utilizado como cuartel, fortificándose la colina y enlazando las murallas con las de la Alhambra. Tras la marcha de los franceses fue usado como pabellón de inválidos y posteriormente exclaustrado en 1835. Solamente siete años más aguantaría en pie el edificio hasta que fue finalmente demolido en 1842. (Del blog "El último Reino)




0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;